lunes, 3 de agosto de 2020

Reinas Mecenas De La Edad Media





Berenguela de Castilla.
Primogénita de Alfonso VIII de Castilla y Leonor de Plantagenet ostentó el tronó como regente de su hermano Enrique y de su hijo Fernando. Ella mismo debía ser reina de Castilla pero renunció a favor de su hijo quien unió bajo su mando los vecinos reinos de Castilla y León. Educada con gran esmero por su madre Leonor de Castilla quien pretendió la misma formación para todos sus hijos, independientemente del sexo de los mismos. Así Berenguela, como mujer excelente, no fue una excepción. Sus hermanas Doña Urraca y Blanca de Castilla fueron asimismo muy conocidas en la Europa medieval gracias al coraje que mostraron como reinas de sus respectivos territorios[1].

Berenguela de Castilla (Wikimedia commons)

Las crónicas hablan detalladamente del tiempo en que Berenguela estuvo en León. De ella dicen que aconsejó y ayudó a su esposo a mejorar las instituciones, los impuestos y la relación con sus vasallos a los que, según apuntan algunas líneas, liberó de ciertos gravámenes que creaban malestar entre las clases más bajas[2]. Fue también conocido y así transmitido, su gusto por el arte y las letras.  Tras su matrimonio, Berenguela no permaneció oculta en el ámbito privado, sino que participó activamente de la vida política. Fue mecenas de las artes y trajo a Castilla el gusto por la poesía trovadoresca, herencia de su madre[3].

Además de por su presencia durante la llamada Reconquista, Berenguela de Barcelona tuvo un papel muy destacado como mecenas de obras literarias tan importantes como el Poema de Almería, escrito en 1148 para conmemorar la victoria de su marido, Alfonso VII y su hermano, Ramón Berenguer IV, sobre la ciudad de Almería. Además, esta reina empleó el arte como elemento político: dio el primer paso para la solución de los problemas fronterizos entre Castilla, Aragón y Cataluña siendo mecenas del cantar de gesta más famoso de la lengua española, el Cantar de Mío Cid[4].

"Ninguna crónica dudó de la inteligencia y habilidad a la hora de gobernar y ayudar a gobernar a su hijo Fernando III el Santo quien, sin duda alguna, no habría conseguido reinar sin el consejo de su madre, una reina madre fiel en la sombra"[5].

Ana Molina ha escrito que la reina supervisó personalmente las obras en la catedral de Toledo y Burgos. Fue usual ver en la corte a escritores que presentaban a la joven y culta reina sus producciones. No nos puede sorprender esta parte de su historia dados sus antecedentes: nieta e hija de Leonor: la primera de Aquitania, la segunda de Inglaterra, ambas amantes de lo artístico, fueron mecenas de literatos y dramaturgos.  Doña Blanca su hermana menor no se quedó atrás en esta faceta de patrocinadora de las artes.

Blanca de Castilla.
Enamorada, como todas las mujeres de su familia, del arte y la arquitectura, Blanca es identificada por la historiadora gala, Regine de Pernoud, como "la gran reina de la Europa medieval". En su condición de mecenas privilegiada de las artes, promueve la construcción de la joya del gótico francés: la iglesia de la Sainte Chapelle, concebida como relicario enorme para guardar las reliquias que de Constantinopla trajo San Luis: la corona de espinas, la esponja, el metal de la lanza, un trozo de la Vera Cruz y otras reliquias del martirio de Jesucristo[6].   La figura de Blanca de Castilla destaca en los enrevesados juegos de poder y matrimonios que aseguraron la hegemonía de Francia y de España en el Europa del siglo XIII[7].
García Durán (2016) menciona que su labor como protectora de las artes y la cultura no la encontramos en ninguna otra reina francesa antes que ella, excepto su abuela Leonor de Aquitania, con la que guarda multitud de similitudes[8]. "Al igual que su abuela, favoreció la literatura cortesana, véanse los poemas del conde de Champaña y en otro registro, el Miroir de l'âme, compuesto especialmente para ella. En un lenguaje delicado y poético, esta obra anónima posee un carácter moralizante. El autor probablemente sería un religioso afín a la corte regia que pretendía hacer reflexionar a la reina acerca de los buenos y malos sentimientos, de la felicidad celestial y las vanidades del mundo, para que así realizase mayores obras de caridad26. Blanca centró su atención en la construcción de dos abadías, Maubuisson (Pontoise) y Notre-Dame-du-Lys (Melun). 

La castellana sentía especial predilección por la Orden del Císter, ya que en mayo de 1236 mandó iniciar los trabajos de construcción de la abadía cisterciense de Notre-Dame-laRoyale, más conocida como la citada Maubuisson, cuyas obras terminaron en la Pascua de 1242. La abadía recibió numerosos dones debido a que estaba protegida por la reina, hecho que animó a que la nobleza destinase dinero o joyas, por ejemplo, la Orden del Temple dio 24.430 libras, de las cuales Blanca cedió una parte considerable al maestro de obras, Ricardo de Tourny, por acabar a tiempo"[9].


La historiadora explica que Blanca se hizo fuerte gracias a sus labores de mecenazgo y por el fomento de esta misma práctica en San Luis, por lo que se originó un estilo gótico a su alrededor, de carácter real y parisino, que perduró durante un siglo y se extendió por otros reinos.  La perspicacia de Blanca en comprender que el prestigio no sólo venía dado por las batallas ganadas, sino también por la magnificencia de las construcciones erigidas en el reinado, se tradujo en la permanente protección que proporcionó al alzamiento de basílicas y edificios que consolidaron el naciente gótico en esa parte de Europa.
Blanca de castilla encargó además el famoso salterio de San Luis y un Libro de Horas enluminado, dos cruces de abadesa (una de ellas para su abadía de Maubuisson) y dos juegos de ajedrez.



Ubicado actualmente en el museo de la Biblioteca Nacional de París (Richelieu), el libro medieval de autor anónimo es un ejemplo modelo de su tipo.  Fuente. https://www.artehistoria.com/es/obra/imagen-del-salterio-de-san-luis


Asimismo, demandó los trabajos de un artista para que iluminase y recubriese un libro. Resaltar que la reina también compró joyas a orfebres parisinos muy reputados, convirtiéndose en su mejor cliente y favoreciendo un mayor consumo de este tipo de productos entre las élites. Por supuesto, debemos destacar la Biblia de San Luis (Fig. 15) procedente del tesoro de la catedral de Toledo, una biblia moralizante encargada por la reina madre a un taller parisino entre 1225 y 1235 como regalo a su primogénito antes del matrimonio de éste con Margarita de Provenza33. La reina fue precursora incluso en lo relativo a su enterramiento, ya que fue la primera reina francesa en realizar una tripartición de sus restos mortales en las abadías que ella fundó.

Doña Blanca, guerrera al lado de su esposo Luis El León, madre de rey y santo, diplomática y protectora de las artes, se retiró a la abadía de Maubuisson, que ella misma creara en 1236. Allí descansa




[1] Cfr. Ana Molina Reguilón. https://www.arteguias.com/biografia/berenguelacastilla.htm
[2]Ib. supra.
[3] Cfr. https://lamitadesconocida.wordpress.com/2016/11/22/berenguela-de-barcelona-una-reina-mecenas-en-el-siglo-xii/
[4] Ib.supra.
[5] Ferrer Valero, S (2017). Mujeres en la historia. Retrato de mujeres valientes.
[6] https://www.vozpopuli.com/marabilias/cultura/Historia-Historia_de_Espana-Mujeres_en_la_Historia_de_Espana-berenguela_de_castilla-blanca_de_francia_0_668633137.html
[7] Aspecto que ha sido tratado por historiadores como Alvira Cabrer , M., y Buresi, P., «Alphonse, par la grâce de Dieu, roi de Castille et Toléde, Seigneur de Gascogne. Quelques remarques à propos des relations entre Castillans et Aquitains au début du XIIIe siécle», Aquitaine-Espagne (VIII-XIII siècle), Sénac, P. (ed.), Université de Poitiers, Poitiers, 2001, pp. 219-232; González, J., El reino de Castilla en la época de Alfonso VIII, CSIC, Madrid, 1960, 3 vols.; Pernoud, R., Blanca Castilla: la gran reina de la Europa medieval, Belacqua Carroggio, Barcelona, 2002 [orig. fr. 1972]; Sivéry, G., Louis VIII le Lion, Fayard, París, 1995; y Valdeón, J., «Las relaciones entre Castilla y Francia (siglos XIII-XV)», en VV.AA., Les communications dans la Péninsule ibérique au Moyen-Age. Actes du Colloque de Pau, 28-29 mars 1980, Centre national de la Recherche Scientifique, París, 1981, pp. 45-53
[8] García Durán, L. (2016). La mujer y la proyección del orden: El sello de Blanca de Castilla. Estudios Mediavales Hispánicos (5), 173 – 192.
[9] Ib. Supra p. 183

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